Silvia Jim, reina indígena

Por primera vez, México tiene a su reina indígena, la hermosa Silvia Jim, una mujer íntegra, orgullosa de sus raíces.

Silvia Jim , de 24 años, nació en Amuzga de Zacualpan, municipio de Ometepec, Guerrero, y desde muy pequeña tuvo que aprender a sobrevivir en circunstancias difíciles.

Mi papá es campesino y mi mamá es artista tejedora de telar de cintura. Nací dentro de una familia con pobreza extrema, de mucha carencia y marginación.

Silvia recuerda con orgullo cómo sus padres le inculcaron valores que ahora la han convertido en un buen ser humano orgullosa de sus raíces y de su cultura milenaria.

Para mi es un orgullo ser mexicana y ser parte de una cultura que ha sido preservada a lo largo de los años por nuestros abuelos y que es nuestra responsabilidad mantener viva y compartirla con el mundo.

Orígenes de una gran mujer

Su niñez, según nos cuenta Silvia, fue un poco triste pues es una historia llena de pobreza, de muchos obstáculos, de carencia y de hambre. Además, fue víctima de bullying y de racismo .

Yo viví una pobreza que seguro no pueden imaginar. En los pueblos hay muchísimas carencias y necesidades. A mi me me faltaron muchas cosas y además tuve que pasar por el rechazo en cuanto al derecho a la educación. Muchas veces, las niñas que crecemos en la comunidades indígenas no tenemos oportunidades para estudiar y acceso a la salud.

Los padres de Silvia, debido a su condición económica, no pudieron darle una buena alimentación, por tal razón fue que la inscribieron a un albergue escolar donde estudió la primaria y podía comer todos los días.

Desde ese momento, Silvia comenzó a destacar en la escuela gracias a su responsabilidad con los estudios. Con alegría, recuerda que durante todos sus años escolares fue parte de la escolta gracias a sus buenas calificaciones.

Al terminar la preparatoria, se enfocó en conseguir su sueño más grande: ser modelo profesional. Esta inquietud surgió en Silvia desde los 14 años, cuando modelaba las prendas de las tejedoras de su comunidad.

Me fascina la fotografía y muchos fotógrafos trabajaron conmigo durante sus prácticas profesionales. Me gustaba posar para ellos y ayudarlos.

Otro sueño que circulaba por la mente de Silvia era participar en un certamen de belleza. Sin embargo, nos aclara que ninguno de estos concursos estaba preparado para recibir a una mujer indígena como ella y fue victima de discriminación y rechazo al decirle que las mujeres indígenas no podían participar.

Toqué puertas en el concurso de Miss Guerrero y en Miss Turismo pero no fui aceptada porque piden cierto tipo de estándares de belleza y yo no cumplía con ellos.

Sangre indígena

Al no poder entrar a concursar, Silvia decidió continuar con sus estudios e involucrarse en el activismo social por los derechos de las mujeres indígenas. También comenzó a dar conferencias sobre estos temas, lo que la llevó hasta la ONU.

En mi papel como conferencista hablo de género, de violencia contra las mujeres, de discriminación, etc. Además de la importancia de la mujer indígena en el mundo.

Con objetivos claros

Sin dejar de lado su objetivo, Silvia emigró a la Ciudad de México y comenzó a estudiar tres licenciaturas: Promoción de la salud, Nutrición y Medicina en la UNAM. Su interés por estas ramas radica en lo que vivió en su pueblo, una comunidad en la que no cuentan con un doctor y porque sufrió, de primera mano, el problema de la desnutrición infantil.

Yo quiero que la gente sepa que la alimentación y la salud es lo más importante para el desarrollo y el crecimiento de los niños, quienes son el futuro de nuestro país.

Comienza el sueño

Mientras estudiaba en la Ciudad de México le llegó la invitación al certamen Miss Indígena Universo México, una plataforma con una visión mucho más cultural que lo que busca es una mujer integral, que sepa hablar sobre su cultura.

No acepté ni la primera ni la segunda invitación, porque había dejado de creer un poco en todo lo relacionado a los certámenes. Fue hasta la tercera ocasión en que acepté ser parte.

Primero participó en Miss Indígena Amuzga de Zacualpan, ganó y pasó al certamen estatal en donde también salio vencedora. De esta forma, llegó al último concurso representando a su estado a nivel nacional.

Yo no era favorita pero por todo lo que trabajé y por todo el esfuerzo de proyectar mi cultura, gané.

Con este triunfo, Silvia representaría a México en el concurso internacional. Sin embargo, por la pandemia tuvo que esperar dos años para viajar.

Fue hasta el 23 de abril del 2022 que pudo viajar a Panamá a competir con otras mujeres indígenas de diferentes países. Una vez más Silvia fue la ganadora y la orgullosa representante de México.

Obtuve el apoyo económico para mi boleto de avión por parte de mis seguidores en Instagram, a quienes les doy las gracias por haberse unido a la causa. Especialmente a Tony Berber porque fue él quien me ayudó muchísimo.

Mucho que cambiar aún

A pesar del increíble logro de Silvia, aún sigue siendo víctima del clasismo que impera en este país y que la llena de tristeza.

Pareciera que sigue siendo cierto que “el peor enemigo de un mexicano es otro mexicano”. Antes de escribir cosas por redes sociales, la gente debería de pensar un poco en los esfuerzos y la historia de la persona que se critica.

Tal como lo dice Silvia, ella ya no sólo habla por ella misma, habla por su comunidad, por las mujeres y por México.

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