Ricardo Margaleff: La comedia con autenticidad

El actor, Ricardo Margaleff reflexiona sobre los nuevos desafíos del humor, su formación actoral y cómo adapta su estilo a un público más exigente.

Fotografía: Rafa Salsas
Asistente de foto: Benjamín Vázquez
Estilismo: Santiago Araico
Muah: Geraldine Hercos
RP: Roberto Meza para Jerry ML
Coordinación: Juan Pablo Garcia
Entrevista: Aarón Zavaleta

Del trabajo en la calle al éxito en la comedia

Ricardo recuerda sus inicios vendiendo galletas y lavando coches, hasta llegar a consolidarse en la televisión mexicana con personajes icónicos y un oficio marcado por la disciplina, la gratitud y la pasión por conectar con el público.

Desde muy pequeño, Ricardo Margaleff entendió que el esfuerzo era el camino. No lo aprendió en un escenario ni frente a las cámaras, sino en las calles, tocando puertas con una caja de galletas o botellas de aceite de oliva. “Si queríamos tener algo en específico, algún regalo, alguna cosa que quisiéramos comprar, teníamos que trabajar por ella. En esa línea empecé a trabajar desde muy chiquillo, vendiendo cosas, lavando coches, hasta que empecé a tener trabajos más formales”, recuerda. Ese primer contacto con la cultura del trabajo lo marcó de por vida y, aunque no lo sabía, era el preludio de una carrera en la que la disciplina sería su brújula.

El teatro llegó pronto. A los nueve años participó en una comedia musical con un papel breve, pero suficiente para despertar una chispa. La risa del público lo atrapó como un imán. “Siempre me ha gustado poderle sacar una sonrisa a la gente. Escuchar la risa del público me daba una adrenalina incomparable, me volví adicto a esa sensación”, confiesa. Esa energía lo llevó a seguir preparándose, primero en el teatro experimental y universitario, y después en la licenciatura en Artes Dramáticas, donde comenzó a abrirse camino con presentaciones como edecán, bailarín y animador de eventos.

Aunque soñaba con ser actor dramático, la comedia terminó por conquistarlo. Margaleff se formó de la mano de grandes maestros. “He tenido la fortuna de aprender de Héctor Suárez, Alejandro Suárez, Jorge Ortiz de Pinedo, Eduardo Manzano, Eugenio Derbez, Miguel Galván… Él fue fundamental porque nos enseñó a escribir comedia y a crear nuestros propios shows de stand up. Gracias a una de esas presentaciones, Jorge Ortiz de Pinedo me vio y me llamó a un casting. Ahí empezó todo”.Ese “todo” fue convertirse en Plutarco López, el ingenuo y entrañable hijo de Plácido en Una familia de diez, personaje que le abrió las puertas de millones de hogares. “Definitivamente el personaje de Plutarco ha sido un parteaguas en mi carrera. Cuando me dijeron que iba a ser el hijo de Plácido, me emocioné muchísimo. No sabía que ese papel se iba a volver tan importante en mi vida”. Con el tiempo, su carisma lo llevó incluso a tener un spin-off junto a Daniela Luján, ¿Tú crees?, bautizado con la frase que él mismo popularizó y que, como anécdota, nació de una improvisación en el libreto.

El arte de reinventarse

Pero Margaleff no se ha quedado en un solo registro. Ha explorado la televisión con telenovelas como Al diablo con los guapos, la conducción en realities como La Casa de los Famosos y la comedia en Me caigo de risa, donde lleva once temporadas como parte de la “familia disfuncional”. Para él, la clave está en la actualización constante: “Trato de estar preparado, tomando talleres, cursos de canto, baile, actuación, improvisación… Creo que eso me ayuda a estar mucho más vigente”.

La improvisación, asegura, es uno de los retos más grandes y gratificantes. “Esa sensación de adrenalina corriendo por tus venas en el momento en que estás improvisando es incomparable. Cada género, cada escenario se aborda distinto, pero lo importante es evolucionar con la industria del entretenimiento”.

En esa evolución también se ha enfrentado a la exposición mediática. “Nuestro trabajo está en conseguir los proyectos. Una vez que los tienes, ya es pasión y oficio. Pero en la exposición, en el reality, estás abierto a que la gente opine, incluso sobre cosas que no has dicho. Habrá gente a la que le guste mi trabajo y gente que no, pero yo pongo toda mi energía en quienes sí lo disfrutan”.

El agradecimiento es una constante en su discurso. A lo largo de la entrevista, Ricardo no deja de reconocer al público que lo ha acompañado: “Quiero aprovechar para darle las gracias a todas aquellas personas que me han permitido llevarles instantes de alegría. Gracias a ellos hoy estamos aquí. Tengo muchas ganas de seguir creciendo, de hacer más teatro, cine, comedia musical. Y como le digo mucho a mi hijo: el que cree, crea. Yo creo en los proyectos y sé que van a llegar”.

Con 25 años de trayectoria, Margaleff sigue mirando al futuro con hambre y humildad. Sabe que aún hay mucho por recorrer, pero lo hace desde un lugar claro: el respeto al público y la pasión por su oficio. “Mi trabajo lo hago desde el corazón, desde la empatía y el cariño al ser humano. Nunca haría nada que ofendiera o que me pusiera por encima de los demás. Antes que nada somos personas”.

En cada palabra, Ricardo Margaleff confirma que su historia no solo está hecha de risas, sino también de disciplina, gratitud y una fe inquebrantable en que todo esfuerzo tiene su recompensa.

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