Un amor rockanrolero llevó a Chela a ser parte fundamental de una de las bandas mexicanas más exitosas del tiempo. Conversamos con ella sobre su amor por Alex, su visión de la evolución del género y de cómo se celebra el aniversario del TRI.
Fotografía: Rafa Salsas
Asistente de foto: Gael Peloso
Styling: Santiago Araico
Muah: Geraldine Hercos
RP: Irma García
Locación: Ex Fábrica de Harina
Entrevista: Aarón Zavaleta



El Amor Nació en Avándaro
En el festival de Avándaro apareció una silueta frágil y decidida que atravesaba la multitud entre lonas, cables y ecos: Chela Lora, una joven cuyo destino se entrelazaría para siempre con el rock mexicano. Aquel día de 1971, esa joven fue testigo del inicio de una leyenda. Décadas después, su voz suave pero firme aún conserva el brillo de aquella historia compartida.
Viajamos unos meses atrás. “Me invitaron a una fiesta, y vi a un chico de melena larga, era Alex. Desde el momento en que lo vi, me enamoré”. Un rato después, subió al escenario de esa tocada y dijo: “Buenas noches, nosotros somos Three Souls in My Mind”. En ese momento, Chela hizo match con el recuerdo de haber visto varios posters de la banda pagados en postes y paredes de la ciudad; una banda en ascenso que ya empezaba a ocupar un espacio pequeño en la escena.
La Travesía de 1971
Chela guardaría esa imagen por varios meses en sus pensamientos, la de un Alex joven, rockero, ávido de dominar los escenarios y expresar su juventud a través del rock. Pero no fue hasta el mítico y recordado festival de Avándaro, en el año 71, cuando Chela tuvo la oportunidad de volver a encontrarse con el que era su nueva estrella.
Cuando se acercaba el día del festival, ella y su hermana —con un bebé de apenas dos meses— emprendieron una travesía improvisada hacia Avándaro. “Decidimos ir. Cargamos con pañalera, esterilizador de mamilas y nos fuimos…”, cuenta. Para mala fortuna, llegaron cuando ya no había hospedaje y terminaron durmiendo en una banca. Pero la emoción y juventud pudo más que el cansancio y el riesgo. Además, Chela tenía algo entre manos: animarse a saludar a Alex en persona en algún momento oportuno.



El Saludo Cerca del Escenario
Cuando estaban armando el montaje, Chela le dijo a su hermana que iba a ir a buscar a Alex. La gente a las orillas estaba acampando, el entorno cargaba las pilas para un hecho musical histórico que hasta la fecha sigue siendo un referente de lo que fueron esos primeros años festivaleros en nuestro país. Así, Chela fue abriéndose camino hasta encontrar a Alex, quien estaba charlando con sus amigos cerca del escenario. Ella narra que él estaba recargado en el tubo de una carpa y vio ese momento perfecto para acercase y saludarlo. Alex, amablemente e interesado, comenzó a platicar con ella, dándose cuenta que aquella chica era toda una fan de su proyecto musical. Además, la invitó a subir un rato al escenario, mientras hacían pruebas de sonido.
Para ese momento, la euforia del público crecía y Chela decidió volver con su hermana, sin embargo, había cumplido su cometido, el de conocer en persona y platicar con Alex Lora. Así fue como transcurrió aquel evento, callejero, rebelde, contestatario, un símbolo de libertad y juventud que incluso haría vibrar al gobierno, pues fue un motivo masivo para que el rock quedara prácticamente prohibido de manera pública durante algunos años. Y también, fue el inicio de una gran historia de amor.
De Novia a Productora
Tiempo después, hubo llamadas, encuentros, complicidades nacientes, hasta que “Comenzamos a salir y nos hicimos novios, nos conocimos en 1971 y nos casamos en 1980”, relata. En ese trayecto, Chela se fue convirtiendo, sin proponérselo, en el apoyo más cercano de Alex. “Empecé a ayudarle a vender boletos, a organizar, a coordinar algunas cosas, y sin darme cuenta me convertí en su manager. También empezamos a rentar equipo, a enlonar, rentar baños, y a organizar conciertos… dignificamos el Rock & Roll”, nos platica con orgullo, sobre un contexto donde los festivales no tenían lo que hoy en día ofrecen al público, pues en aquel momento los organizadores no consideraban la seguridad de los asistentes, solo rentaban un terreno, montaban un escenario y era todo lo que había.
Chela nunca fue la voz principal ni la guitarrista, pero sí el alma de producción. Tomaba decisiones frente a escenarios precarios, promotores desorganizados y conciertos que se sostenían a pulso. “Empezamos a hacer conciertos como La mujer rockanrolera o La guitarra de platino y a la fecha lo seguimos haciendo”, recapitula.



La Consolidación de El TRI
El paso de Three Souls in My Mind a El TRI fue, para ella, una evolución natural. “El compositor, el líder y todo ha sido Alex siempre. Con ese cambio la música fluyó más, el disco El Tri pegó sin que lo esperáramos”, cuenta. Aquel lanzamiento fue un parteaguas: cuando llenaron la Plaza de Toros Acho en Perú, se dieron cuenta que el trabajo se había consumado a un nivel masivo. Con ello comenzaron giras internacionales y su nombre cruzó fronteras. “En el mismo 1986 fuimos a Estados Unidos y de ahí empezamos a salir a otros lugares”, recuerda con una sonrisa. La trimanía era todo un fenómeno, las rolas en el radio sonaban y en los espacios públicos los fanáticos se aglutinaron pidiendo un autógrafo, un abrazo y para conocer a la banda del momento.
Detrás del escenario, ella hacía fuerte a la estructura. “Me correspondió ser el complemento de Alex. respaldarlo en sus grabaciones, videos, coordinación de eventos. Mucha gente hizo carrera en Producciones Lora”. Lo que empezó como un gesto afectivo se volvió una empresa sólida, una infraestructura para el rock mexicano.
El Rock es Resistencia
Cuando hablamos con ella sobre la evolución que el rock ha tenido a lo largo de las décadas, nos explica: “El rock and roll ha ido cambiando, ha tenido muchas fusiones. Pero Alex, como pionero, nunca perdió su línea. Nosotros hemos visto pasar todos los formatos, de vinilos, el CD y hasta lo que es ahora. Además veo que se ha creado un camino para que las nuevas generaciones puedan hacer su música. El rock and roll es auténtico, el TRI se convirtió en la bandera de la gente joven. Desde sus inicios, Alex en sus canciones y sus letras le dio a los jóvenes una identidad, una manera de desahogo y una forma de rebeldía y libertad. Siempre por el buen camino, la gente le dice a Alex: ‘gracias a ti hice mi carrera’, ‘gracias a ti no me suicidé’, ‘gracias a ti conocí a mi novia’. Sus canciones han sido una guía, y ha creado conciencia, y eso es el rock and roll”. Para Chela, el rock ha sido actitud, autenticidad y resistencia.
Al referirse al presente, su tono se vuelve más personal: “Le doy gracias a Dios que nos hayamos encontrado. Nos identificamos plenamente. Somos almas gemelas”. Después de décadas de complicidades, no oculta la emoción. “Nadie imagina el tipo de esposo que es Alejandro, es respetuoso, cariñoso, todo el tiempo me dice que me veo bien”. Y es así, durante la sesión de fotos para esta portada de WM, se nota esa armonía y química de un matrimonio que además son un gran equipo. Durante 45 años de matrimonio, Chela y Alex Lora caminaron tomados de la mano, construyendo día a día una alianza creativa y personal que trascendió los límites del escenario.
Arquitecta Discreta
Imagínenla allí, en primer plano, con mirada firme: Chela Lora, arquitecta discreta del TRI, la compañera tenaz que ha sido testigo y personaje para el rock mexicano. En esta conversación, logramos capturar su palabra, rescatar la emoción entre líneas y hacer visible el corazón que latió detrás de una de las bandas más icónicas del país.



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