Un repaso a la carrera de Yelena Isinbáyeva, un ícono en el salto con pértiga y una de las mejores atletas de la historia.
En el deporte hay pocos humanos que tienen la oportunidad de retirarse acariciando la máxima gloria, no solo de sus carreras, sino de la disciplina que han practicado durante toda una vida. Tal es el caso de Yelena Isinbáyeva, la mejor saltadora con pértiga de todos los tiempos, quien deslumbró al planeta con su belleza y talento en 2003, año en el que rompió su primer récord mundial (4,82m), y 2013, año en el que intentó batir su última marca (5,06m), retirándose como campeona del mundo.
La primera mujer en superar la barrera de los 5 metros
En poco más de 10 años, Yelena rompió muchas de sus propias marcas mundiales: 28 veces, 15 al aire libre y 13 en pista cubierta. En la actualidad ostenta el salto más alto de la historia (5,06m), realizado en la Golden League en Zurich, al aire libre; el récord olímpico (5,05 m), conseguido en Pekín 2008 y el de los campeonatos del mundo (5,01m), alcanzado en Helsinki 2005.
Únicamente pudo ser superada en una edición de pista cubierta en Alburquerque 2013, cuando la estadounidense Jennifer Suhr logró los 5,02 m. Además, Yelena se encuentra en la exclusiva lista de los nueve atletas que en toda su carrera han ganado los campeonatos mundiales en las categorías juvenil, junior y senior.
La zarina de las alturas
Nacida en el seno de una familia humilde en la extinta URSS, practicó gimnasia desde los cinco hasta los 15 años, momento en el que su larga estatura se convirtió en un factor determinante para alcanzar el máximo nivel en la competición.
Yelena, lejos de retirarse del deporte, decidió practicar alguno donde su altura fuera definitiva hasta convertirse en la mejor de la disciplina. Así, se inclinó por el salto con pértiga en una época donde aún no era considerado un deporte olímpico (fue hasta Sídney 2000, cuando “el salto con garrocha” obtuvo el máximo protagonismo).
La “zarina de las alturas” llevaba menos de un año en ese nuevo reto, cuando ganó su primer título mundial en los Juegos Mundiales de la Juventud de 1998, apenas con 16 años y siendo la tercera competición de la que hacía parte en su vida.
Un camino difícil
Aunque no lo parezca, no todo ha sido fácil para ella. En un inicio, el retiro de 2013 no fue pensado de forma definitiva sino que se planteó como una pausa temporal para que pudiera darse la oportunidad de ser madre.
La idea era que pudiera preparar su regreso a las competencias para Río de Janeiro 2016 y así obtener su tercer campeonato olímpico, pero tras el veto que sufrió la Federación Rusa por la participación del gobierno en la alteración de pruebas antidopaje, ella se convirtió en la gran ausente.
Aunque en Londres 2012 logró la presea de bronce, nunca pudo conquistar su tercera medalla dorada después de lo conseguido en Atenas 2004 y Pekín 2008.
Prueba superada
En 2009 fue descalificada del Campeonato Mundial de Berlín al no haber logrado ningún salto exitoso en la primera ronda, pero a tan solo unos meses consiguió la máxima marca de la historia. Tal vez la mejor virtud de la rusa sea la motivación que recibe después de conocer el fracaso, una de las pruebas más fuertes a superar en la vida y algo que no cualquiera puede comprender.