Descubre cómo el arte prehispánico se transforma en emblemas de lujo y cultura con la colección ANTÁ de la marca Oro de Monte Albán.
En el corazón de Oaxaca, donde el paisaje se tiñe con los colores del cielo y la tierra se eleva en cascadas petrificadas, surge Oro de Monte Albán, una firma que celebra el esplendor del arte prehispánico y mexicano a través de sus exclusivas joyas. Esta casa joyera no solo lleva el nombre del emblemático sitio arqueológico de Monte Albán, sino que también se inspira profundamente en la riqueza cultural de sus ancestros para crear piezas que son verdaderos tesoros contemporáneos.
Desde su fundación en 1943, Oro de Monte Albán ha sido sinónimo de artesanía excepcional. Cada pieza es forjada a mano por habilidosos orfebres oaxaqueños que emplean técnicas milenarias, como el tejido de filigrana y el vaciado a la cera perdida. Estas metodologías ancestrales no solo preservan la tradición, sino que también infunden cada joya con una historia y un alma únicas.
La colección ANTÁ es un tributo a la naturaleza y al universo, elementos constantemente presentes en la cosmovisión prehispánica. El agua, las nubes, la tierra y el aire se reflejan en cada diseño, enriquecidos con materiales nobles como el oro, la plata, el ónix y la turquesa. La diseñadora Ileana Rojas revitaliza los patrones tradicionales, infundiendo en ellos un aire moderno que no solo atrapa la esencia de Oaxaca sino que también resalta la elegancia intrínseca de quien las lleva.
Oro de Monte Albán no solo se dedica a la creación de joyas; su misión se extiende a la preservación cultural a través del Centro para la Enseñanza, Preservación y Difusión de la Joyería Oaxaqueña. Es notable mencionar que la firma es el único taller autorizado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) para reproducir piezas arqueológicas, garantizando así la fidelidad y el respeto por el legado histórico.
Con presencia en América y Europa, y puntos de venta en localizaciones clave de México, Oro de Monte Albán continúa expandiendo su influencia, llevando el arte prehispánico más allá de las fronteras nacionales. Cada joya no solo es un adorno, sino un pedazo de historia, una conexión con el pasado y un símbolo de la riqueza cultural de México.