Presentamos algunos referentes obligados para tu próxima visita a la cuna más importante de las civilizaciones andinas: Perú.
La esencia de Sudamérica
Perú representa y condensa, de forma extraordinaria, la esencia de Sudamérica. Durante la invasión a América, hubo dos grandes civilizaciones con las que se encontraron los españoles en este lado del mundo. Una fue la civilización mexica, en el Altiplano Central de nuestro país, y la otra fue la Inca, ubicada en el territorio actual del Perú que comprende los Andes, las junglas amazónicas, el desierto y la planicie costera, lo que lo hace uno de los países con mayores contrastes en el continente.
Esta diversidad se extiende a la vida de sus habitantes. Convive lo antiguo y lo moderno, lo agrícola y lo urbano, lo indígena y lo europeo. La coexistencia puede resultar compleja, pero también muy enriquecedora. Así ha sido la vida en Perú durante mucho tiempo.
Esplendor precolombino
La fantástica ciudadela Inca de Machu Picchu es una muestra de la historia milenaria que construye Perú y un destino obligado para sus visitantes. Aunque hay varias formas de llegar al ‘enigma de los incas’, sin duda la más significativa es a través del Camino Inca, una vía peatonal que serpentea por 43 kilómetros hasta llegar a la Puerta del Sol o Intipunku, desde donde pueden divisarse las ruinas en un viaje que podría durar hasta cinco días con majestuosos paisajes y retos montañosos.
Otros íconos precolombinos a explorar son el centro ceremonial Chavín de Huantar; la ciudad Chan Chan hecha de adobe; los monumentales trazos terrestres de la cultura Nazca; los vestigios de la cultura Mochica, como las huacas del Sol y de la Luna, y la fortaleza de Kuelap. Los diferentes museos ubicados en las sedes de estas culturas, recogen muchas de sus tradiciones, aunque es en Lima donde se encuentra la mayor concentración de su testimonio histórico.
El placer de la diversidad
Antes de que la cuisine fusion fuera una tendencia mundial, la cocina peruana llevaba siglos combinando tradiciones culinarias que no solo mezclaban las técnicas precolombinas con las españolas, sino que integraban ingredientes propios del África subsahariana con los secretos de la cocina que llegaron en el siglo XIX con las olas masivas de migrantes desde lugares tan remotos como Japón.
La cocina de Perú no solo brilla por ser Patrimonio Cultural de la Humanidad a través de sus chefs y restaurantes reconocidos en las mejores clasificaciones del mundo, sino que en cualquier sitio se puede apreciar el sabor de su gastronomía con platillos que tienen los ingredientes más diversos. Vale la pena probar el clásico ceviche, el lomo salteado, las butifarras, el ají de gallina o los anticuchos, ya sea en un mercado local o a la orilla de la playa.
Perú al descubierto
Sus múltiples paisajes permiten realizar las más variadas actividades al aire libre. Hay espacios para practicar deportes de aventura combinados con avistamientos increíbles. Sus montañas tropicales son las más altas del mundo para escalar; también es posible practicar Rafting y Kayak en el Río Chili, acudir a sus playas a realizar actividades como Surf, Kitesurf y Surf de remo en la costa norte o visitar las Dunas para practicar Sandboard en lugares como Huacachina o las inmediaciones de Nazca.
Para actividades más relajadas, los principales centros senderistas son Cuzco y Arequipa; el ciclismo es una de las actividades más populares tanto en su modalidad urbana como de montaña en las afueras de Huaraz, el Valle Sagrado y los descensos de la selva amazónica.
Fiestas tradicionales
Las festividades permiten conocer más de cerca las costumbres y modos de entender el mundo de las personas. En el caso de los peruanos algunas destacan especialmente por el empeño que se hace en colectivo. El Carnaval y la Semana Santa, se caracterizan por los espectaculares desfiles y procesiones, donde aparecen personajes míticos al ritmo de bandas de metal que se sincretizan en deidades antiguas con santos cristianos.
Otras dos festividades que vale la pena vivir son la Fiesta de la Vendimia, llevada a cabo en las dos principales regiones vitivinícolas: Ica y Lunahuana. La otra es el llamado Verano Negro, que consiste en una exhibición de cultura afroperuana en Chincha, abundando la música, el baile y la comida.